Humildad vs. Ego

Me gustaría abordar, en esta ocasión, el concepto de la Humildad y su antagonista, el Ego.

Se asegura que la práctica marcial permite un desarrollo global del individuo, no sólo físico, sino también mental, para lograr el equilibrio.

Uno de los beneficios que se “venden” en el mundo de las Artes Marciales Tradicionales es que con la práctica de las mismas se obtendrán una serie de valores que se verán reflejados en el comportamiento del practicante fuera del Kwoon. Respeto, educación, honor, modestia, autoestima, integridad, disciplina, espíritu de sacrificio, compañerismo, tolerancia, humildad… son algunos de los mismos.

Humildad.

Humildad (Del lat. humilĭtas, -ātis).

  1. f. Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.
  2. f. Bajeza de nacimiento o de otra cualquier especie.
  3. f. Sumisión, rendimiento.

Las artes marciales nos alejan de la violencia desde el respeto al rival, que siempre es (debería ser) máximo y sagrado. Entonces, idealmente, podemos afirmar que:

  • El respeto mutuo crea una situación igualitaria entre los practicantes de un Kwoon.
  • La falta de humildad lleva a la soberbia, a la sensación de superioridad y, por tanto, a la falta de respeto.

Podemos afirmar que la humildad es un concepto estrechamente ligado al respeto (tanto con uno mismo como con los demás).

“Cualquiera que estudia Artes Marciales, debe antes que nada colocar un gran valor y respeto en la cortesía, educación y gentileza. Cualquier Artista marcial que ha perdido la cortesía y la gentileza ha perdido ya el espíritu de estas. La cortesía y la gentileza deben ser respetadas no sólo durante las sesiones de entrenamiento sino también en cualquier lugar donde uno pueda estar, en cualquier momento, y sea lo que sea pueda estar haciendo”.

La humildad es una virtud difícil de alcanzar ya que nos exige conocer nuestras fortalezas, pero también nuestras debilidades, saber hasta donde llega nuestro conocimiento y nuestra habilidad, y cuales son nuestras lagunas y carencias, esto es, poseer un conocimiento profundo de uno mismo.

La humildad permite que observemos la frontera de nuestras limitaciones con perspectiva y sin prejuicios, como algo que existe y que debemos superar, concediéndole el mérito que merece superarla, sin enorgullecernos en exceso cuando esto sucede.

Ser humilde requiere madurez mental y una dosis de valor que suele ser consecuencia de la experiencia vivida, y en el caso de las artes marciales, fruto de la práctica continuada y seria.

Ego.

Ego (Del lat. ego, yo).

  1. m. Psicol. En el psicoanálisis de Freud, instancia psíquica que se reconoce como yo, parcialmente consciente, que controla la motilidad y media entre los instintos del ello, los ideales del superyó y la realidad del mundo exterior.
  2. m. coloq. Exceso de autoestima.

El ego… el EGO. Cuan peligroso es y cuan presente se haya en el inframundo marcial.

Idealmente, la práctica marcial refuerza la autoestima del practicante ya que lo integra en un grupo en donde se le valorará y reconocerá justamente en función de su esfuerzo y mejoría. No obstante, es fácil sobrepasar la delgada línea que separa la autoestima del ego.

El ego es fácil. Es querer ser mejor que los demás, tener siempre la razón, más beneficios, más fama, siempre recibir. Es pensar que sabemos más que los demás y que nadie tiene la capacidad de enseñarnos nada, que sólo nosotros poseemos la verdad absoluta y que conocemos de primera mano todos los misterios del mundo físico y metafísico. Nos impide escuchar a aquellos que consideramos inferiores (menos grado o edad).

El ego tiende a crecer con los grados, cambiando su significado de dónde estamos en nuestro camino . Obvia todo camino de superación y toda la responsabilidad para con el grado, y nos adentra en un camino de metas (¿? Dun) alcanzadas y de necesidad de reconocimiento público. Se confunde el no tener que demostrar nada a nadie con no mostrar ejemplo. Esta actitud se puede percibir en multitud de seminarios, donde muchos critican desde la barrera sin exponerse ellos mismos o se retiran cuando la persona que lo imparte es mas joven o de menos grado mostrando su desprecio y falta de educación.

Como consecuencia, el ego nos hace desear rodearnos de personas:

  • Más débiles de carácter para ser idolatrados y que nos exige mantenerlas en ese estado para que besen por donde pisamos (los estudiantes). Esto se consigue ocultándoles información (casi siempre por desconocimiento propio) que les será revelada con la práctica y cuando adquieran más conocimiento (nunca).
  • De menos habilidad, donde mis cualidades brillen por encima del grupo, evitando buscar una mejora que consideramos alcanzada y todo tipo de cuestionamiento por parte de los mismos. Es imposible que los estudiantes mejoren si el maestro no lo hace.
  • Iguales a nosotros para montar un reino de taifas. Ser cabeza de ratón en vez de cola de león para ocultar el complejo de inferioridad. El ego proporciona la extraña cualidad de reconocer a otros iguales, con los que asociarse y así conseguir avalarse unos a otros, ya que en el grupo que estamos no lo hacen y se sienten ofendidos y vilipendiados.

El ego es un camino que nos conduce inexorablemente a la mediocridad. Para mejorar debemos rodearnos de los mejores y de aquellos que saben más, pero el ego nos aleja de ellos, puesto que prácticamente con su sola presencia muestran nuestras limitaciones, nos evidencian y fomentan el cuestionamiento de lo que hacemos.

“Sólo cuando una persona es poseedora de un corazón humilde es un espléndido maestro”.

CONCLUSIONES

Por tanto, podemos idealizar que la humildad en las artes marciales se asocia a un camino de paz (nos otorga la capacidad de valorar objetivamente a los demás, independientemente de que sepan más o no), mientras que el ego se asocia al conflicto (nadie sabe mas que yo).

Alguien humilde es imparcial, honesto, recto y justo. Si somos humildes intentaremos mejorar nuestra habilidad y aceptaremos consejos y sugerencias. Nunca se sabe donde puede estar la pista que nos abra los ojos a mejorar o profundizar en algo. El humilde no necesita demostrar nada a nadie, puesto que nadie es más exigente que él mismo.

La mayor potencia del Ego es que oculta su existencia a ojos del que lo posee. Pero solo a él. Todos los demás lo ven, lo sienten o lo padecen. En cambio la victima solo ve ataques contra su persona cuando alguien le cuestiona, contradice o muestra una disconformidad. Siempre verá un ataque debido a su complejo de inferioridad.

No obstante, sucede (muchas veces) que aquellos practicantes con un vasto conocimiento y una gran habilidad les resulta difícil no jactarse de ello y humillar a los demás.

En este punto deberíamos reflexionar y aplastar nuestro ego naciente. Pero no para ser sumiso a alguien, sino con la idea de practicar, no solo por y para uno mismo, sino para ayudar a los demás.

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